El primer paso consiste en un diagnóstico preciso de la enfermedad periodontal, evaluando su alcance y la gravedad de esta. Además, se realiza un estudio microbiológico para analizar qué bacterias provocan la inflamación y la infección. Es lo que conocemos como estudio periodoncial, una de las claves para fijar el tratamiento adecuado.
En segundo lugar, una vez determinado, si se requiere un raspado y alisado radicular, se lleva a cabo una división de la cavidad oral en cuadrantes, en dependencia del número y de la posición de los dientes afectados. De esta manera, en diversas sesiones, el experto en Periodoncia, trabajará sobre ellos, evitando mayores molestias para el paciente.
Posteriormente a la finalización del tratamiento, el tercer paso consiste en mantener una higiene bucodental exhaustiva, siguiendo, en todo caso, las recomendaciones del dentista. Poco a poco, además, los tejidos se irán recuperando.
En último lugar, es importante que el paciente, además de llevar a cabo un mantenimiento diario, acuda a todas las revisiones periodontales pautadas por el experto. En ellas, se podrá comprobar el estado de las encías y la progresión de la recuperación.